Escribir una obra literaria supone, en la mayoría de los casos, una labor titánica que suele dañar la salud y, en ocasiones, arrastrarte a la muerte. Pero más allá de una afición o de una pasión, no deja de ser un oficio, una profesión, de la que muchos autores viven. Desde este punto de vista, hay dos tipos de escritores: los «conyugales» y los «amantes». Descúbrelo en este programa y conoce los casos de Proust, Vargas Llosa, Onetti, Bolaño, Baroja, Torrente Ballester o Azorín, entre otros. La imagen que acompaña este espacio es el cuadro «Hombre escribiendo en su estudio», de Caillebotte.
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